Madre ardiente y serena
Madre ardiente y serena, tempetuosa calma la tuya, y tranquilas tus aguas revueltas. Quién si no tú madre, podría gruñir sin rencores, para luego brindar tu abrazo.
Madre ardiente y serena, tempetuosa calma la tuya, y tranquilas tus aguas revueltas. Quién si no tú madre, podría gruñir sin rencores, para luego brindar tu abrazo.
Se partió en dos mi cuerpo, mi alma se deshizo entera, y al verte, renació de nuevo. Cuánta vida en mí, en tus ojos de fuego humeantes, vaporosos de amor sincero, pureza fiel e imperante. Jessica Pecellín