Madre ardiente y serena,
tempetuosa calma la tuya,
y tranquilas tus aguas revueltas.
Quién si no tú madre,
podría gruñir sin rencores,
para luego brindar tu abrazo.
Madre ardiente y serena,
tempetuosa calma la tuya,
y tranquilas tus aguas revueltas.
Quién si no tú madre,
podría gruñir sin rencores,
para luego brindar tu abrazo.
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